Hace unos días, tuve mi primera experiencia con las Google Glass.
La verdad, es que no fue todo lo placentera que me imaginaba. En todo caso, es verdad que en ese campo todavía hay mucho en lo que profundizar, pero me hizo preguntarme si realmente esta aparente revolución del Internet de las cosas, es realmente necesaria.
Es decir, ¿Es necesario que un botón de la camisa sea como un ratón para navegar en internet, y que el resultado lo veas en una lentilla implantada en tu ojo? ¿O que el cuello de la camisa sirva para avanzar fotos en tu dispositivo móvil? ¿Se os había ocurrido que eso pudiese llegar a funcionar de esta manera?
Bueno, si ya tenemos unas gafas, unas bandas o un reloj que van por ese camino, que impide que la ropa (de hecho ya hay bastantes propuestas) también te permita interaccionar en Internet. Si la nevera ya te hace la compra de la semana en cuanto detecta la falta de un producto o si el televisor de discrimina por gustos tus programas favoritos, corremos el peligro de que todas nuestras acciones, hasta las más simples lleguen estar conectadas a Internet. ¿No os da un poco de escalofríos?
Bueno, yo como os dije, mi experiencia con las Google Glass fueron simplemente, correctas, esperaba más. De hecho, además de dar ordenes simples como “Ok glass, take a picture” o “Ok glass, record a video” poca cosa más. Y aunque desarrolladores por todo el mundo estarán creando entornos y apps para esta tecnología, se me hacía extraño que Google todavía no las hubiera lanzado, pero ahora lo entiendo, están muy lejos de lo pretendido en sus vídeos de promoción de Youtube.
Bien, no es correcto juzgar a la tecnología por la primera prueba. La primera agenda electrónica Apple Newton fue un miserable fiasco hace 20 años, pero finalmente pasó a convertirse en un avance muy significativo para el uso que le dan las personas a las computadoras, mucho antes del teléfono inteligente, al cual más o menos precedió.
Ahora lo llaman un “fracaso profético” pero en aquel momento se rieron de sus débiles intentos por reconocer la escritura del usuario.
Los innovadores de la tecnología que están dispuestos a pagar US$1.500 por un aparato Google Glass no son consumidores ordinarios, por supuesto. Quieren ver cómo una interfaz nueva podría cambiar la forma en que usamos internet.
En todo caso, si hubo una experiencia que me pareció motivadora en el MWC, los SmartWatches.
Me gustó el nuevo Gear 2, el Gear Fit el Sony 2, me parece que esa apuesta si puede funcionar, especialmente las SmartBands, ya que conjugan dos necesidades, la salud y la información de tu device, todo en uno. Me pareció especialmente elegante el Gear Fit, una buena sensación con pantalla curva pero agradable a la vista y al tacto. Sin duda me la compraría aunque no fuese para hacer footing.
Pero claro, uno se pregunta. ¿Estamos ante una revolución o simplemente ante simples objetos de moda? La respuesta no se hará esperar. Seguro.
En fin os dejo con un vídeo que nos habla un poco más de este producto.
Y recuerda, nos vemos en la red.